martes, 24 de abril de 2012

Sant Jordi

Hoy, 23 de abril  se celebra el Día del Libro. Bueno técnicamente ya es día 24 pero, anyway, aprovecho para recomendar un par que me han gustado:
 
-'Los enamoramientos', de Javier Marías. Alfaguara. Excelente novela sobre el lado oscuro de ese estado que llamamos 'enamoramiento'. Reflexión sobre la impunidad, esa falta de castigo que tanto parece preocupar a una sociedad a la que casi nada escandaliza.

"La última vez que vi a Miguel Desvern o a Deverne fue también la última que lo vio su mujer, Luisa, lo cual no dejó de ser extraño y quizá injusto, ya que ella era eso, su mujer, y yo era en cambio una desconocida..."

"Nunca nos parece el momento justo, siempre pensamos que lo que nos gusta o nos alegra, lo que nos alivia o ayuda, lo que nos empuja a través de los días, podía haber durado un poco más, un año, unos meses, unas semanas, unas cuantas horas..."

"Ahora es solo un hecho: mi madre murió hace veinticinco años, y yo soy sin madre desde aquel momento. Es parte de mí, simplemente, un dato que me configura entre otros muchos (...) cada cosa que nos sucede o que nos precede cabe en un par de líneas de un relato".

"Sí, un asesinato, no más".


-Los pobres (Poor people). De William T.Vollmann, publicado por Debate. El libro que todo periodista interesado en 'asuntos sociales' querría escribir. El autor viaja alrededor del mundo entrevistando a gente pobre. Lo cuenta como quien escribe un artículo aunque convirtiéndose en ciertos momentos en protagonista de la historia. Pretende ser un análisis del por qué de la pobreza. ¿Por qué los pobres son pobres? Incluye testimonios de pobres tailandeses, mexicanos, rusos, colombianos o pakistaníes. Necesitados de todo el mundo. La publicación en inglés de esta obra fue en 2007, justo antes de la crisis. Me pregunto cuánto más duro sería este mismo libro ahora.

Hay quien puede criticar que el autor del texto comenta que muchas de las entrevistas se realizaron a cambio de dinero. Entiendo que sea criticable, que no se debe pagar por hacer periodismo. Pero también entiendo a quienes no aceptan hablar con un desconocido a cambio de nada. Porque a ellos a nadie han importado nunca. ¿De qué les sirve que se cuente su historia?

¿Por qué eres pobre?
"Porque fui malo en mi vida anterior"
"Porque Alá así lo ha querido"
"Porque es mi destino"

lunes, 23 de abril de 2012

Revolución en la cocina


Tras muchos años sin moverse, un día cualquiera, mi compañera de piso y madre decidió cambiar el lugar de la vajilla. Más concretamente, el armario que guardaba los vasos pasó a guardar los platos y el de los platos pasó a guardar los vasos. Una operación sencilla a  todas luces. Pregunté varias veces el motivo del cambio y varias veces recibí la misma respuesta: “Así  los vasos, que se usan más, están más a mano”. ¿Más a mano de qué?, pensé. Los dos armarios, a la misma altura, son de igual acceso. Pero opté por no poner objeciones, mi compañera de piso no acepta del todo bien las críticas. 

Esto fue hace meses. Desde hace meses, cuando necesito un vaso abro el armario de los platos, cuando necesito un plato abro el armario de los vasos. Como consecuencia, pierdo un par de segundos cada vez.  Si multiplico ese par de segundos por las muchas veces que realizo el mismo ejercicio resultarían muchos minutos de pérdidas. Incluso, si la cosa sigue así, quién sabe si podrían llegar a convertirse en horas. Horas de mi vida equivocándome de armario. Horas de mi vida ‘desperdiciadas’ en un acto inconsciente, reflejo. 

Esta circunstancia me llevó a pensar los actos diarios que realizo en ese estado, involuntarios. Derivados de la costumbre únicamente. No podría argumentar razones sólidas. Por costumbre cada mañana corro hacia el Metro, independientemente de si llevo prisa o no. Por costumbre subo andando el primer tramo de  escaleras mecánicas en Alonso Martínez, mientras me sitúo a la derecha en el segundo y tercer tramo. Por costumbre (y algo de adicción) fumo, por costumbre duermo apoyada en mi costado izquierdo. Por costumbre te echo de menos. Pero las costumbres no siempre son buenas. Ya decía Nietzsche que regimos el mundo en función a ellas  y no a nuestra voluntad. Debería ser al revés, pienso yo. De momento he propuesto revolucionar la cocina. Cambiar cacerolas, sartenes, fuentes y cubiertos. Ya os voy contando.

Hacía más de un mes que no escribía y descubro que ha cambiado el editor de blogger (a peor, por cierto. Aunque igual es solo que estaba acostumbrada al anterior). En fin, no estaba muerta, estaba tomando cañas.