lunes, 26 de noviembre de 2012

Nueva York. La capital del capital.

 Empire State Building


 Times Square


 Unos chicos a los que me quedé con ganas de conocer. Rockefeller Center.


 Atasco de taxis


 El edificio ese que sale en las series

 Pescando en el Hudson River


 Arte moderno. Metropolitan Museum.


 Quinta Avenida


 Ardilla. (Nada es demasiado obvio)


 Harlem



 La torre nueva que sustituye a las gemelas


 Humo que sale de las alcantarillas


 Brooklyn Bridge


 
Nieve

 
 Skyscraper


 En Nueva York todo es a lo grande, excepto la Estatua de la Libertad, que es sorprendentemente pequeña


 Como yo...

domingo, 25 de noviembre de 2012

Mi amigo el sepulturero


Muchos domingos por la mañana voy al cementerio de visita.

El sepulturero de turno de fin de semana y yo nos hemos hecho amigos. 

Al principio, se acercaba cuando llevaba un rato frente al nicho y me hacía preguntas por romper el hielo: "¿De qué murió?" "¿Tú quién eres, su hija?". Yo contestaba con monosílabos y después, los dos en silencio, mirábamos tu foto.

Más adelante, me daba recomendaciones: "Es mejor que vayas al Ayuntamiento a cambiar la titularidad del nicho para evitar futuros papeleos", "Mejor que compres unas flores de plástico para el verano, que las naturales no aguantan nada". 

Según pasaban los meses, se atrevía con preguntas más indiscretas: "¿Por qué no hay cruz ni virgen en la lápida?", "¿Tienes novio?". Y me daba el parte de visitas: "Ayer vino tu tío, el otro día tu hermana, y hace semana y media una señora que no sé quién es". Yo, que soy de entrar al trapo, sin darme cuenta me encontraba dando explicaciones a un desconocido sobre mi ateísmo, mi soltería y mi árbol genealógico.

Llegamos a un punto en el que, según cruzaba la puerta del recinto, me acompañaba hasta tu sitio y no paraba de hablar hasta dejarme en el coche de vuelta. Ni un minuto me dejaba a solas contigo. Así no había manera de sufrir.  Decidí que, educadamente, tenía que parar la situación:

-Oye, ¿te importa que me quede un rato en silencio? Es que me gustaría 'hablar' un poco con mi padre.
-Pero, ¿no eras atea?
-¿Y eso qué tiene que ver?
-No sé, pues que no te va a escuchar. Está muerto.
-Ya bueno, cuando digo hablar con él, me refiero a hablar conmigo misma.
-Ah. 

Me miró raro, pero se fue.

Me sentí un poco mal, igual había sido borde. El chico se aburre. Es lógico que quiera aprovechar el tiempo que estoy aquí. Me miraste con gesto de disgusto. Valeeeee. Fui a buscarle.

-Tampoco tenías que irte, que lo he dicho en broma.
-Ya lo sabía. 

Sonrió.

Ahora, cuando voy a verte los domingos,  llevo dudas preparadas. Me cuenta cosas interesantes. Dice que la gran mayoría de muertos lo son por cáncer, por infartos o por accidentes. Que la gente va con productos de limpieza porque en las tumbas se acumula mucha mierda. Sin embargo, la de mi padre siempre está reluciente. "De esa me encargo yo", ha dicho. Todo un detalle.
Además, ahora siempre nos deja solos diez minutos porque tiene "una cosa que hacer". 

Un gran tipo.