El 12 de julio los habitantes de Srebrenica (República Srpska, Bosnia y Herzegovina) estaban tristes.
Y una servidora, a la que le gustaria hacer desaparecer las atrocidades de la guerra pero aún no sabe cómo, tuvo que recurrir a sus, siempre socorridas, gafas mágicas.
Y, aunque efímeras, consiguió algunas sonrisas: