lunes, 29 de diciembre de 2008

Casi un millón de marujas

No acostumbro yo mucho a meterme con las creencias y costumbres de la gente aunque no las comparta ni las entienda. Por lo menos no hasta que a mí me afectan. Pero ayer en Madrid, por segundo año consecutivo, pasó algo que me volvió a tocar las narices. Y no sólo por los cortes de tráfico...

Casi un millón de personas colapsaron Colón y alrededores durante varias horas. Casi un millón de personas orgullosas de pertenecer a familias cristianas. He oído que, entre otras muchas tonterías, decían que querían dictar “un discurso a favor de la vida”. A FAVOR DE LA VIDA… suena bien no? Curiosamente, sólo mencionaron los “cientos de miles de niños inocentes que mueren cada año como consecuencia del aborto, una de las mayores lacras de la sociedad actual”. No sé, no es por criticar pero yo en un discurso “a favor de la vida” haría una -aunque sea pequeña- referencia a los cientos de miles de personas, también inocentes y que encima ya han nacido, que mueren cada año como consecuencia de guerras, fanatismos religiosos o enfermedades (muchas de ellas de transmisión sexual y fácilmente evitables con el uso de las gomitas prohibidas).

También eché de menos una palabra, una de las más bonitas que existen. LIBERTAD. ¿Por qué la Iglesia no deja que los seres humanos sean libres? ¿Por qué impone normas?

Recuerdo una vez que de pequeña fui a casa de una señora amiga de mi padre. Ella, lo primero que me dijo fue: -Qué rica!! Ya habrás hecho la comunión no?
Yo la contesté, con algo de vergüenza, que no. Recuerdo que me miró con compasión, como si yo fuera la persona más desgraciada sobre la faz de la Tierra. -Bueno bonita, si quieres la puedes hacer cuando seas mayor. Llegué a casa triste y le dije a mi madre que porque yo no hacía la comunión. –Si quieres puedes hacerla ¿Quieres? Le pregunté que para que servía, me lo explicó y, LIBREMENTE, elegí no hacerla (gracias a Dios –jaja-).

A lo largo de mi vida me he encontrado con muchas de estas señoras. Son fácilmente identificables. Se arreglan, llevan oro y una virgen a la vista, critican la manera de limpiar de otras y si eres un niño suelen preguntarte cosas como ¿a quién quieres más a tu papá o a tu mamá? Esa es una pregunta trampa. Me explico. Si el niño contesta “a los dos igual”, empiezan a dar saltos de alegría y a decir “mira que niño más bueno, quiere a los dos igual”. Pero en el fondo estoy convencida de que esa respuesta las decepciona porque es evidente que la preguntita está hecha por puro morbo. La pena es que los niños pecan de tontos y normalmente les dan la satisfacción de contestar la verdad.

Esto de las señoras venía porque he visto en la tele que lo de ayer en Colón parecía una manifestación de marujonas. Me dan pena en el fondo porque aunque aparentemente todas estén “felizmente casadas” y tienen 'hijitos' y hasta 'nietecitos', ellas muy bien saben que la prostitución en España va viento en popa gracias al dineral que sus mariditos gastan en putas.

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