Viernes. 19.30 horas. Nuevos Ministerios. Último vagón de un moderno tren de Metro. Una chica lee, otra, enfrente, juega con su móvil. Junto a ella, un hombre resuelve sudokus. Se abren las puertas y entra una tercera chica. Los tres pasajeros levantan la vista. La miran pero, sobre todo, la huelen. Porque la tercera chica huele... a crema. Muchísimo. Tal es el olor que roza el escándalo. Los otros tres se miran.
La primera chica piensa que ese olor igual es tóxico. Imagina la infección, y posterior muerte, de su compañera de asiento. ¡Pobrecilla! ¡Qué final más triste y absurdo! Se compadece. Y piensa, aunque le da 'angustia', en la piel, cayéndose a tiras, de la olorosa. La primera chica reconoce que tiene un punto de hipocondria. Y que ha estado viendo House últimamente.
La segunda chica se lleva las manos a la nariz. Necesita recordar a qué huelen las personas cuando no huelen a crema. Lo consigue y se siente más aliviada. Aún así, aguanta la respiración a intervalos de diez segundos. No puede concentrarse en otra cosa. Hace rato guardó el móvil.
El hombre de los sudokus no sabe si ese olor es o no es normal, pues hace tiempo que no mantiene relaciones con mujeres. En cualquier caso, se arrepiente de no haberse duchado esa mañana y se avergüenza un poco. Después vuelve a su tarea.
La tercera chica, la que huele a crema, sabe que algo sucede. Se siente observada. Se siente olida.
En el Metro pasa de todo. Un compañero, buen periodista y mejor fotógrafo, ha captado con su Canon muchas historias. Pequeñas historias que son, al fin y al cabo, las historias que cuentan. Aquí su blog: http://jnadalesfoto.wordpress.com/ *Javier Nadales
2 comentarios:
Mil gracias por usar mi foto Lucia. Tu la letra y yo la música! ;).
Jaja, hacemos un buen equipo.
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