Luigi Bobbio, debe ser un señor, como su propio nombre indica, muy 'bobo'. Resulta que es alcalde de una ciudad napolitana llamada Castellammare di Stabia. Según dice Wikipedia es una ciudad pequeña, de unos 66.000 habitantes. Pues bien. El señor Bobbio propone un nuevo reglamento a sus vecinos. Lo ha llamado 'decálogo de buenas maneras' y servirá para multar a todo aquél que viole la "decencia pública". Uséase. Llevar, por ejemplo, minifalda. O escote. La penalidad económica por tan infame indecencia irá de los 25 a los 500 euros.
Un momento. Ante las críticas, el alcalde aclara: "La minifalda no está prohibida. El reglamento habla de vestidos demasiado cortos y, por tanto, los que dejen descubierta la ropa interior". Dejando de un lado que no soy capaz de distinguir las siete diferencias entre una MINIfalda y un vestido DEMASIADO CORTO, sigamos. No se permitirán tampoco las camisas/camisetas que muestren el sujetador -Adiós a las transparencias ¿Qué opinará Giorgio Armani?-. Ni pantalones de cintura baja.
Yo, como fan incondicional de los vestidos y del derecho a la ropa -recordemos al gran Ramón de Pitis-, me pregunto: si al final la normativa entra en vigor, ¿cómo se aplicará?. Ya estoy viendo al policía cabrón de turno: "Señorita, le acabo de ver las bragas y me he puesto cachondo. Deme 350 euros".
En fin. Esto sucede en Italia. Un país del G-8.
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