Domingo. 17.30. A mi derecha El País Semanal, Desayuno en Tiffany's de Capote, un cenicero. A mi izquierda la gata. Hecha un ovillo, dándome calor. Y la ventana, cerrada aunque con la cortina abierta para poder ver si las ramas del árbol que la invaden se mueven mucho o poco. Y ver si llueve. Sobre mis piernas el portátil. Con las redes sociales y los periódicos abiertos, no vaya una a perderse algo. Me falta un café calentito.
Ahora vuelvo.
Ya.
¿Alguna vez os conté que adoro los domingos?
1 comentario:
Domingos de resaca, jamón del bueno (sin resaca no son lo mismo).
Besitos
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