Señora Aguirre, señor Gallardón, señor Zapatero:
Sepan ustedes que me voy a vengar. La injusticia vivida en mi ciudad esta semana parece no tener límites. La inmunidad ante la ley de los chicos de la mochila es intolerable. Varias ordenanzas municipales prohíben pasear sin camiseta por la calle, hacer botellón, acampar en pleno Paseo del Prado o reventar manifestaciones legales. Pero si llevas una camiseta amarilla, verde o roja con el logotipo de El Corte Inglés estás salvado. No habrá multa para ti, ni siquiera un triste porrazo -tan de moda últimamente-.
Señora Aguirre, señor Gallardón, señor Zapatero:
Exijo explicaciones. Una mínima disculpa aunque sea. Un "perdonen las molestias". Algo. Les aviso de que mi venganza ya ha comenzado. Hoy de momento me he colado en el Metro. Y la cosa no va a quedar ahí. No es por amenazar pero... ¿Quién sabe de lo que soy capaz? ¡¡Buah hahahaha!!
PD: Ayer finalmente tardé hora y cuarto en llegar a Chueca desde Recoletos. La parte buena es que controlé mi ira y charlé con un par de peregrinos sobre el calor infernal de Madrid (omitiendo la palabra infernal, eso sí). La mala que vi en directo pasar al señor Ratzinger en papamóvil lo que desencadenó en un lamentable espectáculo de lloros y excitación a mi alrededor para el que, psicológicamente, no estaba preparada.
1 comentario:
Ah pues mira, ya tengo algo en común con esta gente. Yo también lloro cuando veo al Papa y tanto fanatismo religioso e irracional. Aunque creo que mis lágrimas son algo distintas... jejej
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