domingo, 9 de enero de 2011

Feliz año, Antonio

Estando pensando en el sofá en lo desgraciada que es la vida en en general y mi vida en particular llamaron a la puerta. Quién molesta a estas horas.
Es Antonio, el vecino del cuarto.
No por Dios. No estoy de humor. Vendrá a que le instale su nueva TDT, o el DVD, o cualquier otro aparato. O a preguntarme porqué el mando de la tele está atrancado. Me autocompadezco y, resignada, me sale una media sonrisa.
-Hola Antonio, qué pasa.
Antonio debe tener como 70 y muchos. Cuando subo a su casa siento pena. No porque viva mal, al contrario. Su casa es grande y tiene de todo. Siento pena porque la tele siempre está demasiado alta. Y todo demasiado limpio. Y porque está solo, completamente solo, y no parece que eso le haga feliz.
-Hola bonita, qué tal.
Sorprendentemente, hoy no quiere que le instale nada.
-¿Y tu madre?
-Está comprando, creo.
-Ah. Oye pues es que venía a traeros el número de teléfono de mi hijo, que vive en Nueva York.
-Ah...
-Por si me pasa algo y eso. Para que le llaméis. Hay que marcar todos los números que vienen aquí. Todos, ¿eh? Y toma también una copia de las llaves de casa. Yo creo que de este año no paso. ¿Y tu padre cómo anda?
-Murió en abril del año pasado.
Se lo he dicho unas 20 veces desde entonces.
-Cuánto lo siento hija. Bueno eso, guárdate el número. Luego os traigo una tarta.
Siempre que le "hacemos un favor" nos regala una tarta que él mismo hace. Están malísimas. Suelen permanecer semanas intactas en la nevera hasta que mi madre dice: Esto ya está malo. Y las tira.
-Feliz año Antonio.
-Feliz año bonita.

Y me vuelvo a pensar al sofá. Y pienso que a lo mejor mi vida en particular tampoco es tan desgraciada. Pero que la vida en general si que lo es. Y mucho.


1 comentario:

Caroline dijo...

Los malos momentos se pasan y dan lugar a recompensas mejores.
Feliz año, Lucia.