sábado, 21 de enero de 2012

Instituto Nacional de Estadística (INE)

Riguroso. Es un adjetivo que serviría para calificar al INE. ¿Qué es el INE? Un organismo público, ese edificio de colores que está en el Paseo de la Castellana, cerca de Plaza de Castilla, enfrente de Europa Press, al lado del bar de Fon. ¿Qué hace? Estadísticas. ¿Para qué? Para saber cosas. Por ejemplo cuánto suben los precios, cuánta gente se casa, cuánta se divorcia, cuántos nacen o cuántos mueren. Para saber cómo se llaman y cómo se apellidan los residentes en nuestro país. Y separan las cifras por comunidades autónomas, provincias, municipios. ¿Y eso para qué sirve? Para muchas cosas. Para que los periodistas escribamos noticias. Para que los políticos tomen decisiones. Para ver cómo queda la pirámide poblacional. Para ver si hay más viejos o más jóvenes. Para ver dónde están los viejos y dónde están los jóvenes. ¿A quién le importa eso? A mucha gente. Ya pero... estadísticamente hablando... ¿a cuántos? No, esa estadística no existe. ¿Quién decide las estadísticas que se hacen? Chisssst, calla ya. 

Insensible. El INE es insensible. Solo procesa datos, independientemente de lo que esos datos signifiquen. Lo mismo da cifras de nacimientos que de defunciones. Con el mismo tipo de tabla, el mismo tipo de letra, las mismas celdas en negrita, las mismas advertencias en cursiva. Números. Infinitas columnas de números.

Buscando entre tablas encontré que en España murieron 380.234 personas en 2010. 40.828 de ellas lo hicieron en Madrid, de ellas 20.367 fueron hombres, de ellos 171 tenían 54 años. Solo 1 era mi padre.

Pero eso el INE no lo sabe. Para él es un simple 1 que se suma a los otros 170. No afecta a sus conclusiones, no tiene capacidad para variarlas.  Para mi ese número sin embargo si provoca variaciones. La variación que existe entre tener padre y no tenerlo.

Pero al INE eso le da igual. Ni le importa mi padre ni le importan los otros 170. Podía incluir una mísera nota al pie diciendo algo como "lamentamos profundamente tener que dar esta repugnante estadística". Podía al menos utilizar diferentes colores para las buenas y las malas noticias. Emoticonos alegres en nacimientos :-) y emoticonos tristes en defunciones :-( . Que sirvieran también para los matrimonios y los divorcios, para la tasa de desempleo, para cuando sube y cuando baja el PIB, para cuando sube y cuando baja el IPC.

Pero no. El INE ni siente ni padece. Anoche pasé por delante de su sede. El edificio de colores. De colores. Cuánta hipocresía.

Una última cosa, señores del INE: Mi padre no era un número, mi padre era un hombre extraordinario

Deberían reflejarlo en alguna de sus tablas. 
JODER.

2 comentarios:

Andrea dijo...

Por desgracia, todos somos nùmeros...

arepublicadeallado.blogspot.com

Anónimo dijo...

Déjame que te diga que eres lindísima, que me alegra mucho escucharte cuando escribes.