Tras muchos años sin moverse, un día cualquiera, mi
compañera de piso y madre decidió cambiar el lugar de la vajilla. Más
concretamente, el armario que guardaba los vasos pasó a guardar los platos y el
de los platos pasó a guardar los vasos. Una operación sencilla a todas luces. Pregunté varias veces el motivo
del cambio y varias veces recibí la misma respuesta: “Así los vasos, que se usan más, están más a mano”.
¿Más a mano de qué?, pensé. Los dos armarios, a la misma altura, son de igual
acceso. Pero opté por no poner objeciones, mi compañera de piso no acepta del
todo bien las críticas.
Esto fue hace meses. Desde hace meses, cuando necesito un
vaso abro el armario de los platos, cuando necesito un plato abro el armario de
los vasos. Como consecuencia, pierdo un par de segundos cada vez. Si multiplico ese par de segundos por las
muchas veces que realizo el mismo ejercicio resultarían muchos minutos de
pérdidas. Incluso, si la cosa sigue así, quién sabe si podrían llegar a
convertirse en horas. Horas de mi vida equivocándome de armario. Horas de mi
vida ‘desperdiciadas’ en un acto inconsciente, reflejo.
Esta circunstancia me llevó a pensar los actos diarios que
realizo en ese estado, involuntarios. Derivados de la costumbre únicamente. No
podría argumentar razones sólidas. Por costumbre cada mañana corro hacia el
Metro, independientemente de si llevo prisa o no. Por costumbre subo andando el
primer tramo de escaleras mecánicas en
Alonso Martínez, mientras me sitúo a la derecha en el segundo y tercer tramo. Por
costumbre (y algo de adicción) fumo, por costumbre duermo apoyada en mi costado
izquierdo. Por costumbre te echo de menos. Pero las costumbres no siempre son
buenas. Ya decía Nietzsche que regimos el mundo en función a ellas y no a nuestra voluntad. Debería ser al revés,
pienso yo. De momento he propuesto revolucionar la cocina. Cambiar cacerolas, sartenes, fuentes y cubiertos. Ya os voy contando.
Hacía más de un mes que no escribía y descubro que ha cambiado el editor de blogger (a peor, por cierto. Aunque igual es solo que estaba acostumbrada al anterior). En fin, no estaba muerta,
estaba tomando cañas.
2 comentarios:
Por costumbre no suelo comentarte en el blog porque soy una vaga. No nos dejes con un mes de parón, de la Fuente!
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